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www.alejandro-casona.com

6 de Diciembre de 2010



Volaba el año 1995, yo tenía diecisiete, y mis lecturas por aquellos entonces eran La Peste de Camus, Papillon de Henri Charière y la Ciudad de la Alegría de Lapierre. Fue un regalo de cumpleaños, se titulaba Los Árboles Mueren de Pie y me lo leí de un tirón.

Extrañado, al día siguiente lo leí de nuevo. Aquella segunda noche no pude dormir.

Ése fue también el año en que entré en la Universidad. En Madrid, mi muy querida ciudad, todavía se encuentran librerías de antiguo y se disfruta de varias ferias del libro: la del Paseo Recoletos dos veces al año, la del Retiro, la de la Cuesta de Claudio Moyano... así que yo, lírico, me dedicaba a pasearme la ciudad en busca de obras de Casona en vez de estudiar ecuaciones diferenciales. Recuerdo con especial cariño el día que encontré una primera edición, de 1937, en la editorial La Farsa de Otra vez el Diablo. Aquel fue un gran día. Recuerdo que tenía un exámen de física al lunes o martes siguiente. ¡Ja, a mí la física! ¡A mí me bastaba con contemplar en clase los ojos negros de la catedrático!

Un año después, en la sala de ordenadores de la escuela de caminos nació "Otra vez el Diablo. Página dedicada a Alejandro Casona". Aprendí a programar, yo quería crear mi propia página sobre Alejandro Casona. Habría aprendido chino, estoy seguro, si hubiera sido necesario. En los años que siguieron la página alojó una muy activa ágora de discusión en la que nos atrevíamos con todo lo divino y lo casoniano... ah, arenas que el viento se llevó.

Un día me hice con una copia de Sinfonía Inacabada. Leerlo fue otro inolvidable momento de íntima e inconfesable felicidad. Años más tarde encontré Carta de una Desconocida, Corona de Amor y Muerte... ¿Cuándo amainaría este vendaval? Hasta encontré una vez en una caseta las obras completas en la editorial Aguilar, diez mil pesetas exactamente costaban los dos tomos. Robar un banco habría sido una alternativa, sí, pero también habría supuesto terminar prematuramente mi colección. No lo hice y me alegro.

En 2002, con mis primeros salarios como ingeniero, compré la dirección www.alejandro-casona.com. Aquella noche nevaba, silbaba, y yo dormí a pierna suelta.

Hoy, quince años después, en este tren que me lleva de Solothurn a Zurich todos los días, te escribo a ti, estimado lector, que mi imperfecta página web y mi inmensa colección casoniana continúan ambas, alegremente, inacabadas.



Fernando